Como yo no había
cenado, Javier me pidió que le permitiese acompañarme mientras me alimentaba.
Durante unos instantes dudé, y no sé bien por qué lo hice, pues no podía
negarme ya que le debía algo, quizás le serviría de consuelo ver que mis
víctimas al morir no sufrían, quedaban sumidas en el sueño eterno… quizás era
lo que buscaba para “perdonarme”
Yo no
necesitaba comer, no tenía un ápice de hambre, pero ahora no podía echarme
atrás y de todas formas, tampoco quería que él en aquel momento conociese mis
secretos, así que no hice ningún comentario ya que podía pensar si le digo que
no necesito alimentarme, lo que pasaba era que no quería que él me acompañara.
Tenía a veces unos pensamientos un poco retorcidos. Yo siempre pensaba de forma
negativa, igual no era tan retorcido como yo, pero yo es que dudaba de todo, me
sentía tan, tan mal, que no pensé en que diciendo que si, que me acompañara,
ponía la bala en el disparador, tan solo quedaba apretar el gatillo.