domingo, 21 de septiembre de 2014

Capítulo 9

Ese día que me desperté y preparé todo para regresar a casa.

Tenía la ropa revuelta por el armario como de costumbre, hoy en día sigo así de desordenada, aunque de vez en cuando me da por sacar todo y colocarlo de nuevo.
         
Cogí mis trajes de Armani que era uno de mis diseñadores preferidos y los guarde con sumo cuidado en la maleta, esta vez no me había puesto ninguno y estaban recien traidos de la lavandería. Metí las botas y los zapatos en sus cajas y las coloque por los lados para que no aplastaran la ropa, y por ultimo coloqué el resto de la ropa que tenía por alli. Me enfundé en unos vaqueros grises y una t-shit blanca, un collar de cuero, con mi amuleto de la suerte y unas botas de piel de cocodrilo teñidas en negro.
Llamé al servicio de habitaciones para que metieran todo dentro de mi carruaje y asi dejarlo todo preparado.


         Busqué a Paco para despedirme, no quería que con el paso de los años me tuviera que arrepentir de no haberme despedido.
Le encontré sentado en el portal de su casa, con los ojos hinchados de haber pasado rato llorando.

         _ ¿Qué te pasa mi querido amigo?
         _ No quiero que te vayas, o déjame que me vaya contigo
         _ Perdóname, pero regreso a España y tú no puedes venir conmigo.
         _ ¿Por qué?
         _ Por que no soy lo que te imaginas, debajo de esta apariencia se esconde alguien miserable.

         Se quedó mirando, y tuve que bajar la mirada, para que no me viera que tenía los ojos rojos ya que me estaba resistiendo a llorar.

         _ Buen intento Maria, pero no eres un monstruo, eres un ángel, hasta que te conocí, yo era una persona tímida, no hablaba si no me hablaban primero y tú me diste la fuerza necesaria para hacerlo, me inspiras una confianza que nunca antes había tenido…

         No dejaba de llorar, así que decidí contarle algo

         _Escucha Paco, te contaré algo de mi vida y eso te hará desistir de querer venirte conmigo. Yo nací mucho antes de lo que te puedas imaginar, nací en el año 1498, nunca antes le había contado a nadie mi secreto, y aunque lo he guardado, probaré contigo, me alimento de sangre humana para poder sobrevivir y con el paso del tiempo he adquirido unos poderes que ni yo misma me puedo creer, al principio todo esto me pareció muy divertido, pero ahora... ahora estoy cansada de vagar por el mundo matando a la gente, aunque sean delincuentes para poder continuar yo con vida, no puedo ver la luz del sol, no recuerdo lo que es tomar un café o fumar un cigarrillo; es una vida, por llamarla de alguna manera... cruel, se alimenta de la crueldad; haz tu vida Paco, enamórate de una chica que se merezca tu cariño y sé feliz, y si me lo permites, te prometo que algún día nos volveremos a ver.

         _ No, no me importa de que te alimentes, no me importa que seas un monstruo como tú te llamas, no me dejes solo por favor. Yo siempre quise viajar a España, conocer tu tierra, tu gente, deja que vaya contigo, s´il vous plaît.

Note como se me humedecían los ojos, yo no quería que viera que mis lágrimas eran de sangre, así que me apresuré a morderme la lengua y darle un beso en los labios… Esas gotas de sangre le harían un poco más fuerte y le ayudarían a ser más feliz.

Cerró los ojos y acepto mi beso de despedida
_ Hasta siempre mi querido amigo

Me encaramé por los tejados hasta llegar a la orilla del Sena, que era donde había congregado a los que trabajaban para mí, para llevarme de regreso a España, quedaba algo más de una hora para el amanecer y me quede dormida pensando en Paris, El teatro, Le Sacre Coeur, Louvre, El Sena… mi querido maestro, y mi querido Paco, pensé en voz alta… 

Cuidaros; hasta siempre.

No pensaba regresar a Paris pero nunca se sabe lo que le deparará a uno la vida, hasta el día siguiente, el presente. 

No habían pasado muchos años desde que marché de España pero habían cambiado bastantes cosas, Carlos IV y Fernando VII habían elegido como árbitro de sus disputas a Napoleón, el que los convenció de que se reunieran con él en Bayona para hacerles renunciar a ambos al trono en su favor. El dos de mayo en Madrid, del año de Nuestro Señor 1808, se levantó el pueblo para protestar, y se extendió la protesta a otras ciudades, comenzaba así la guerra de Independencia.

Como yo aún formaba parte de la alta sociedad española, pasé dos años en León pero viaje a Cádiz, allí en el año 1812 participé en la elaboración de la Constitución, “La Pepa” para mí fue una experiencia inolvidable, me encantaba por que se estaba elaborando de manera clandestina y la clandestinidad era lo que a mí me encantaba, paseaba por las calles de Cádiz y pasaba desapercibida, me alimentaba del delincuente como llevaba haciendo muchos años y me enamoré de la ciudad, de esa ciudad que en su día había reconquistado un leonés a los moros, Alonso Pérez de  Guzmán “el Bueno” y el fue quien bautizó con el sobre nombre de Isla de León a San Fernando.

Fernando VII volvió a tomar el trono y abolió la constitución para instaurar de nuevo la monarquía absoluta, en 1820 no le quedó más remedio que acatar la constitución.

         Como te decía, yo tenía que buscar al delincuente para poder alimentarme así que decidí como aperitivo alimentarme de la sangre de una mujer, siempre buscaba al malvado entre los hombres, y mis verdaderos amigos, eran hombres, eso es que las mujeres también eran malas, y no me costo encontrar a la primera victima; desde los principios de mi vida inmortal, casi nunca me había vuelto a alimentar de la sangre de una mujer, me daban asco, pero esta chica me pareció tan maquiavélica que no lo pude evitar.

¡¡Dios!! Que asco me dio esa chica. Al succionar su asquerosa sangre vi que había sido una mujer de mala vida, no puta pero casi, algo parecido a mi segunda victima, tenía una hija y la maltrataba, la hacia trabajar para ella poder vivir como una marquesa, cosa que no era, pues apenas tenía donde caerse muerta. ¡Vi León! Vi León en su mente, Esta guarra era de León, ¿y que hacía en Cádiz?

Mi segunda victima la encontré en el paseo marítimo, en aquel entonces esa zona era la escollera de las ciudades. Busqué un hombre… Encontré a un chulo que estaba pegando a una de las que trabajaba para él porque no quería darle todo el dinero y me dio tan mal fario, que tan solo le quite un litro de su sangre así que esa sanguijuela se iba a recuperar y a vivir, pero no me importaba, yo me iba.

Pase unos años más por allí pero no dejaba de pensar en mi adorada ciudad, por lo que decidí emprender ruta de vuelta a casa.

         Me canse de Cádiz y regresé a León, mi amado León, algún día regresare a Cádiz para acabar una misión que tengo pendiente, pero no voy a desvelar aquí cual es; aunque te adelantaré que noté que alguien me vigilaba, era un mortal, y no le di más importancia, parecía buena gente y no me molestó que me observara, ya casi todo me daba lo mismo.

         León había cambiado muchísimo, la ciudad había crecido en mi ausencia, oía el murmullo de muchos bebedores de sangre, ¿qué es lo que habría pasado?

Fui a mi casa, me cambié de ropa y salí a darme una vuelta por la ciudad, caminé durante toda la noche y antes de ir a acostarme, visite el río, me quede un rato mirando como corría el agua, como pasaba, como había pasado el tiempo desde que había perdido a todos los que había querido.


Poco antes de la salida del sol, decidí que esa noche no me iba a resguardar, estaba decidida a poner fin a mi existencia por que no podía soportar la pena que tenía en mi cabeza por haber permitido que todos mis seres queridos hubieran muerto, no lo podía aguantar por un segundo más......

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