Estuve caminando
durante horas por la Candamia, hacía un aire frío que me reconfortaba, aunque
sentía más frío que cualquier mortal, me gustaba sentir ese aire en la frente,
era como que me despejaba un poco las ideas y me dejaba pensar con mayor
claridad; me senté a la orilla del primer puente de madera y me puse a pensar
en todo lo que había sucedido, era un día muy importante en mi vida, mañana iba
a ser un día muy duro pero importante; me iba a reencontrar con Javi e iba a
recibir la respuesta de mi amigo, si quería ser un vampiro; nunca antes pensé
en convertir a alguien como él, casi nunca pedía permiso y luego era cuando me
arrepentía, esta vez, seria diferente, no sé que me había pasado pero había
sido así, y había decidido no comerme el coco con el tema; tenía que esperar.
Estaba nerviosa pero mirar el agua del
río correr, me tranquilizaba un poco, no sabia si Javi me reprocharía algo o
no, y tampoco había pensado si quería que al que me había agenciado como nuevo amigo, me acompañara a la cita, creo
que lo mejor sería ir yo sola, aunque de vez en cuando pensaba que debería de
ir con él… no sabía que hacer… iría sola, si, creo que sería lo mejor.
Después de pasar las horas delante del
río pensando, decidí regresar a mi casa, pero antes me apetecía alimentarme,
no sentía hambre pero la emoción me embargaba de tal manera, que sentía
ansiedad, busque a mi víctima en el barrio húmedo, era una mujer que más que
sangre tenía vino en las venas, pero bueno, me había alimentado de tanta gente
a lo largo de mi existencia que incluso de algunos llegue a pensar que más que sangre tenían horchata.
Me
alimenté y lleve el cuerpo a la orilla del río, era una mujer grande y fuerte
pero no me costó encaramarme con ella por los tejados y llegar hasta allí en
menos de lo que se persigna un cura loco, no quería dejar el cuerpo en el
Húmedo porque rápidamente acudiría la policía e iban a sacar las cosas de
quicio, que era lo mejor que sabían hacer, así que lo mejor era que tardaran un
poco más en encontrarla, como por la candamia cuando hace frío apenas va gente,
ni tan siquiera van los de la limpieza, porque está que da asco, pues por lo
menos unos días llevaba de ventaja; no quería que llegara a los oídos de Javi, pues no sabía de que manera me juzgaría después de tanto tiempo, y cuando
alguien está enfadado, no suele comprender
el por qué o por qué razón las personas hacen algo, así que tuve miedo de que
me juzgara y pensaba que el hecho de que me hubiera alimentado de una mujer era
por venganza. Quizás nunca llegara a pensar esto, no lo sé, yo siempre suelo
pensar más de la cuenta, pero por si acaso, no quería estropear el momento de
nuestro encuentro.
Fui a mi casa a cambiarme de ropa, y
aún quedaban unas horas para el amanecer, así que, no te preguntes porqué mí
querido lector, pues ni yo misma sé,el motivo por el cual en ese momento tome esa decisión,
pero decidí ir al hotel donde se hospedaba mi amigo, el Alfonso V, para hacerle
una visita sorpresa.
Podía
haber entrado por la ventana, pero tampoco quería causarle un ataque al
corazón así que decidí entrar como cualquier otro mortal.
En la
recepción no querían dejarme pasar pues era muy tarde y no querían que sus
clientes fueran molestados sin su permiso, querían ponerse en contacto con la
habitación a través del teléfono y tuve que emplear mis dotes persuasorias para
que no lo hicieran pues, si antes de subir, llamaba por teléfono me fastidiaría
la sorpresa, le di una buena propina y me dejo pasar.
Subí las
escaleras como alma que lleva el diablo, ya estaba metiendo la pata otra vez y
apenas me di cuenta de la velocidad con la que subía, me fije y vi a una mujer
de unos 90 años que me miraba con una cara de lo más atónita y se puso a gritar
como una descosida, así que no me quedo otro remedio que acercarme y taparla la
boca para que no gritara, le dije que si no dejaba de gritar iba a ser peor,
pero no me hizo caso y la muy guarra me mordió la mano, la separe con fuerza y
le dije que dejara de chillar, como se creía Calista la lista, no me hizo caso,
así que le leí la mente, se llamaba Eustaquia, le observe el corazón y vi que
no le quedaba mucho de vida y yo tenía que tomar una decisión; o la dejaba allí
con su griterío y me arriesgaba a que la gente del hotel la creyera y poner en
un compromiso a mi amigo, (le preguntarían quien era yo, de que me conocía y un
largo etcétera) o la mataba allí mismo…
Era muy duro pues siempre me había
alimentado del delincuente y ella… bueno, no es que fuera mala, pero buena
tampoco, no le quedaba mucho tiempo de vida… No sé que me pasó que se nublo mi
mente por un instante y cuando me quise dar cuenta la había partido el cuello,
y ahí fue uno de los peores momentos de mi existencia, antes no sé porque, pero
no lo había notado, tenía un olor… perdón, mas bien era un hedor… olía fatal,
había mezclado un exquisito perfume como era channel número 5 con olor a
champagne, güisqui y pis… no veas que mezcla, casi muero… no te recomiendo que
nunca tengas el disgusto de percibir en tu existencia esa mezcla repugnante.
Nunca he
oído de un vampiro que haya vomitado, no sé, quizás sea posible, pero yo creo
que fui el primero, no pude evitarlo.
Así que
decidí tomar otra decisión, deje todo el dinero que llevaba encima en una
mesita para cubrir los gastos ocasionados y entre lo más rápida que pude en la
habitación de mi amigo, sin tan siquiera llamar a la puerta, por lo que se
llevo un susto de muerte, cuando abrió los ojos y me vio allí.
Estaba dormido y me costó un verdadero
triunfo despertarlo, lo llame suavemente pero fue imposible, tenía un sueño muy
profundo. Si yo hubiera sido de otra manera allí mismo lo hubiera mordido sin
esperar a su consentimiento, pero no lo hice, insistí una y otra vez hasta que
le desperté.
_ eh... , coge rápidamente tus cosas
que tenemos que irnos
_ ¿Eim? ¿Qué dices? ¿Qué ha pasado?
_ Coge todo lo que puedas, lo que te dé
tiempo a recoger en un segundo por que tienes que marcharte de aquí
No entendía nada pero me hizo caso,
metió sus apuntes y sus libros en una de sus maletas y se fué conmigo. Le cogí
de la cintura y salimos volando por los tejados hasta mi casa, llegamos a mi
casa y nos sentamos para tomar un poco de aire y en cuanto me notó más
reconfortada me preguntó que es lo que había sucedido; en esos momentos yo no
podía perder un segundo en hablar.
Le dije
que durmiera, que mañana sería otro día y tendría que estar descansado para
poder afrontar todo lo que se nos echaba encima, sé que no le gusto mi idea, me
miro de manera muy rara, pero me hizo caso y se acostó, aunque seguramente
afirmé sus sospechas de que estoy como una regadera.
Yo empecé a dar vueltas por toda la
casa, sin saber que hacer, no entendía porque había matado a aquella mujer, que
al fin y al cabo, lo único que había hecho había sido gritar porque le di
miedo. Pero bueno, yo le dije que no
gritara y no me había hecho ningún caso, ya... pero eso tampoco era una excusa
para quitarle la vida, me había metido en un buen lío, encima había sido tan
imprudente de haber dejado allí el cadáver. Tenía que regresar al hotel y solo
faltaba una media hora para que amaneciera.
Sin más pensar, para no perder tiempo,
me encaramé de nuevo a los tejados y fui al hotel, cogí el cuerpo de la vieja pestosa y
me lo lleve conmigo debajo del puente de San Marcos, lo tire allí, pues no me
daba tiempo de más y salí volando a mi casa.
Llegue cuando empezaba a salir el sol,
pero no me paso nada, el sol ya no podía quemarme, y menos el del invierno que
tenía menos fuerza, pero había adquirido la costumbre de resguardarme antes de
que amaneciera y no quería arriesgar, ya tenia mucho tiempo por la noche para
liarla como para ampliar mi horario, no era posible; así que fui a mi casa,
llene la bañera de agua caliente y me metí allí para descansar. La piel de un
vampiro nunca se ensucia, ni penetra el agua en ella, pero es muy reconfortante
como para un mortal darse un baño de agua bien calentita.
Llame al vampiro neófito del que te
hablé hace unos días mas arriba y nos vimos durante unas noches; él vivía
en Madrid y yo lo único que quería era hablar con uno de los míos y compartir
lo que habíamos aprendido por separado.
Él vivía
con una mujer, típica española, morena de pelo largo, que no diré su nombre
para no herir susceptibilidades, puesto que ella no sabía que él era un vampiro, la
tenía engañada para de esa manera pasar mejor desapercibido entre los mortales.
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