Decidí salir en
dirección al Calabozo antes de que mi amigo se despertara y tener que contarle la
metedura de pata que había tenido la noche anterior, se lo contaría cuando
regresara, él se había acostumbrado a seguir mis horarios a sí que
prácticamente podía dormir todo el día y hacer su vida de noche, no siempre era
así, pero de vez en cuando todo mortal es capaz de hacerlo ¿no te parece?
Me llegué al Calabozo y esperé en la
puerta, la gente que pasaba por la calle me miraba pues estaba oscuro el día,
un día típico invernal, y yo llevaba gafas de sol, me reía para mis adentros
pues leía la mente de la gente que pasaba y el que más o el que menos pensaba
que era ciega, que estaba borracha o que andaba gilipollas, pero ninguno se le
ocurrió lo que realmente era, la verdad de mi verdadera existencia. Bueno…
¿Quién iba a pensar que era un vampiro?.
Decidí entrar dentro del gimnasio a ver
que se cocía por allí, me atendió un chico bien majo, me pareció súper
agradable así que en vez de preguntar si había un chico llamado Javier
entrenando, decidí apuntarme en el gimnasio.
Pregunté
que era lo que daban y si podía prepararme para algo, advertí que era muy vaga
para que no les pillara de sorpresa y me hice el firme propósito de emplear
sólo mi fuerza mortal para no levantar sospechas, y no las levantaría pues mi
fuerza mortal era apenas nula.
El chico
que me atendió yo le había visto antes en alguna parte, pero tampoco me atrevía
a preguntarle, llevaba un pañuelo en la cabeza y se llamaba Emilio, no quise
leer su mente, me parecía vergonzoso por mi parte jugar con esa ventaja así que
empecé a actuar como un mortal, dije que quería prepararme para las pruebas del
cuerpo nacional de policía y parece que coló bastante bien.
El problema
fue que el horario era de día, Emilio estaba por las mañanas y por las tardes
había otro monitor, hoy era un día especial pues el otro monitor no estaba por
que tenía problemas de depresión y había días que no aparecía por el gimnasio.
Yo dije
que no tenía un horario fijo y unos días iría por la mañana (cuando no brillara
el sol, esto te lo digo a ti, alli esto
no lo comente) y otras por la tarde; pregunte si había algún impedimento
en que entrenara con gafas de sol, y me dijo Emilio que no, que cuando
estuviera él no habría ningún problema pero si iba cuando estaba el otro
monitor quizás me dijera algo pues era un pelín quisquillas.
Después de hablar y pagar mi
mensualidad, pregunté si estaba Javier, Emilio no le conocía pues como antes te
dije, él solía ir por las mañanas y no conocía el nombre de todos los de por la
tarde, así que esperé a ver si salía, pues estaba al terminar la clase de
Karate y podía ser que estuviera en esa modalidad.
Salí para esperar en la calle, para
seguir riéndome de los pensamientos de la gente que pasaba por delante de mí, y
al cabo de un cuarto de hora salió mi adorado pupilo del gimnasio. Se acercó
con un poco de miedo y yo, me adelante a darle los dos besos que aunque pasaran
los siglos me seguirían haciendo tanta gracia.
_ Hola Javi
_ Hola
_ ¿Qué tal estás? ¿Qué tal el
entrenamiento?
_ Bien
_ Jo chico, eres más seco que una pasa
de corinto, cuéntame ¿no? ¿Quieres tomar un café o alguna otra cosa mientras
charlamos?
_ No, no quiero nada, casi ni sé porque
accedí a quedar contigo para hablar, ese amigo tuyo es muy persuasivo y me dijo
que estabas arrepentida, pero te sigo viendo con el mismo aire arrogante de
siempre
Me quedé más callada que una tumba _ (¿sería
de verdad arrogante?)_ Y estaba a punto de ponerme a llorar, pero era lo último
que debería hacer (recuerda que mis lágrimas no son como las de los mortales,
son de sangre y daría el cante). Esperé varios minutos a ver si me decía algo
hasta que por fin rompió el silencio.
_ Veo que te conservas muy bien, y que
los años no pasan por ti.
_ Yo a ti te veo cambiado, pero te veo
bien
Era un chico alto, siempre lo había sido y
moreno, destacaban sus penetrantes ojos verdes sobre todo lo demás, pero antes era un chico
delgado y ahora estaba fuerte, no llegaba a estar gordo, pero su cuerpo se
había enanchado demasiado.
_ ¿Vienes todos los días al gimnasio?
_ Si, bueno, descanso uno entre semana,
pero suelo venir para hacer bicicleta
_ Me gustaría invitarte, bueno, mejor
dicho, invitaros a cenar, a ti y a Rocío para intentar solucionar nuestros
problemas, te he echado mucho de menos y no quiero que sigamos enfadados.
_ Déjame que lo piense, pero bueno, de
todas formas te adelantaré que ya no estoy con Rocío, tenías razón en lo que me
dijiste de ella, esta noche te llamaré para confirmarte si voy a cenar o no.
_ Vale, espero tu respuesta, y espero
que sea afirmativa.
Me fui,
esta vez sin darle los dos besos de rigor pues me parecía algo absurdo estar
todo el día beso para arriba, beso para abajo, así que sin más, me fui para mi
casa a esperar a que Javi me llamara con lo que fuera.
No
recuerdo ni en mi vida mortal haber caminado tan lentamente, tarde mas de 45
minutos en llegar a mi casa, iba más feliz que un regaliz, me había llevado la
sorpresa del siglo, y me había dejado de comer el tarro con la idea de haber
asesinado a Eustaquia, por esos 45 minutos fui feliz porque mi niño ya no salía
con Rocío, quizás no fue por nada de mi parte pero era la mejor noticia que
había recibido; ahora tan solo me quedaba esperar por la otra noticia que
ansiaba recibir, que sería si mi amigo accedía a convertirse en mi compañero
vampi.
No hay comentarios:
Publicar un comentario