Al que yo consideraba mi nuevo amigo, llegó pasadas
las doce de la noche y no traía buena cara.
_ ¿Qué te pasa, estás enfermo?
_ ¿Enfermo? Lo que estoy es con un
cabreo que no sé ni como ponerme
_ Y eso ¿por qué? ¿Qué ha pasado?
_ ¿Qué que ha pasado? Bueno Regi, no me
tomes el pelo diciendo que no lo sabes porque no te lo puedo creer, me gustaría
que me explicaras que pasó ayer, por que mataste a esa pobre mujer y porque
tuve que salir del hotel como que hubiera hecho algo malo cuando ni tan
siquiera sé de que va la historia. Por los años que llevo estudiándote sé que
es obra tuya pero por más que lo intento no encuentro una explicación así que
he decidido marcharme, me voy a la casa matriz pues no puedo seguir
aquí sin saber a que atenerme.
_ ¿Cómo que te vas? ¿Por qué?
_ Por que si Regi, no quiero que te
sientas obligada a contarme lo que pasó pero si lo considero justo, ya que me
he visto implicado en algo tan desagradable me gustaría saber que es lo que
guardas.
_ Bueno, si no te marchas, te lo
contaré
_ Bueno, me lo cuentas y decido después
si me voy o me quedo ¿te parece?
_ No, no me parece pero vas a hacer lo
que quieras y lo entiendo. Respetaré tu decisión aunque no la comparta.
.....
Creo que
lo de convertirlo en vampi, en mi vampi, tendría que esperar, aunque era un
buen momento para convertirlo a la fuerza, no iba a poder negarse y no iba a
poder contra mí, pero no… yo no era así, le quería demasiado y no podía hacerle
daño, y tenía la mente cerrada a mi para saber si él lo deseaba tanto como yo,
solo lo deseaba o ni tan siquiera se le había pasado por la cabeza, ya que él
estaba muy orgulloso de su condición, saberse un mortal inteligente que un día
le llegaría la hora y puede que no quisiera hacer nada para remediarlo, parecía
la típica persona que le gustaba dejar actuar a la naturaleza, si eso era así,
me daría mucha rabia, pero dejaría el tiempo pasar.
Se quedó
callado a ver si yo decía algo hasta que al final reventé, le dije que se
sentara para comer algo y mientras yo le contaría lo que había pasado. No tenía
ganas de comer nada pero hasta que no se pusiera a comer yo no iba a contar
nada porque en el fondo, estaba arrepentida y no me atrevía a hablar, pensaba
que si esperaba a que estuviera comiendo, sería menos probable que me dijera
algo o me interrumpiera en mi historia.
No es que sea una persona de las que
interrumpen, no, para nada, lo que pasa es que como estaba enfadado, muy
enfadado para ser exactos, pues prefería que le pillara comiendo, que por algo
dirán que las penas con pan son menos ¿no?.
Se sentó
y se puso a cenar como le pedí, no era por mandar lo que tenía que hacer, era
para tenerlo ocupado mientras le contaba lo que había pasado en el hotel la
noche anterior.
Le conté todo tal y como había
sucedido, con todo lujo de detalles para que él tomara su propia decisión, y
cuando terminé con la historia no dijo nada, se quedó callado, pero sin dejar de mirarme, hasta que por fin dijo:
_ ¿Y quién te crees para decidir si a
alguien le falta mucho de vida o no?
_ Ya sé que no soy nadie, pero en ese
momento no me quedaba otro remedio, le pedí como te he dicho que callara y me
respondió mordiendo mi mano; quisiera preguntarte ¿tu que hubieras hecho?
Volvió a quedarse callado durante un
tiempo que me pareció interminable, no mire el reloj, casi nunca solía hacerlo,
pero seguramente pasaron más de dos horas, o al menos en mi mente pasaron.
_ ¿Qué hubieras hecho? ¿No me vas a
contestar, verdad? Bueno, no, no lo hagas por que callando conozco la
respuesta.
_ No, no es eso, no me mal interpretes
_ No te mal interpreto, no te
preocupes, y me fui
Marche a
dar uno de mis paseos eternos por la orilla del río, me senté donde siempre lo
hacía, en la orilla del primer puente de madera, aquel ya era mi sitio, y me
puse a pensar en todo lo que había pasado, lo que auguraba como un día feliz,
se había convertido en uno de los más asquerosos, estaba arrepentida de lo que
había pasado pero odiaba sobre manera que alguien me lo dijera, llevaba muchos
años haciendo lo que se me antojaba, sin decir como y por qué y ahora aunque
nadie me obligaba, me sentía obligada conmigo misma a contarlo.
Necesitaba
hablar con mi amigo antes de que se marchara, quizás fuera la última vez que lo
viera y no quería que me pasara como me había pasado años atrás, nunca más
había vuelto a ver a Paco, y sería algo que no me perdonaría nunca, no quería que
me pasara lo mismo; así que cogí el camino a casa y fui todo lo deprisa que
pude, antes bien, mirando si había algún mortal por los alrededores.
Llegué a mi casa y aún seguía allí
sentado, donde le había dejado cuando me marché, le pedí disculpas por lo
sucedido, y me despedí como Dios manda de él, puede que para siempre.
Me dijo
que me perdonaba y que yo también lo perdonara por haber dudado de lo que había
sucedido; todo quedó aclarado y llego el momento de despedirse; me moría de
ganas de darle un beso de vampiro pero no me atreví, así que me conformé con
besar sus labios, me puse las gafas de sol, y me fui para dejar que preparara
todo a gusto, todas las cosas antes de regresar a su ciudad.
Encima
de la cama le deje una carta, que quizás nunca leyera, y al lado un bote de
perfume con el que siempre lo identificaría, podría usar miles más, pero siempre
que yo percibiera ese olor me acordaría de él, como aquel miembro de la MIM que
me había dejado trastocada.
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