lunes, 1 de septiembre de 2014

Capítulo 8

… Al llegar a Zaragoza, decidí pagarles el doble para que siguiéramos la ruta día y noche, mientras unos descansaban, los otros conducirían…
Llegamos el 1 de enero a Paris y me propuse encontrar a Leoncio, no podíamos comunicarnos a través del don de la mente porque él me había creado, pero pensé que no me sería difícil porque podía leer en la mente de otros bebedores de sangre y sabía que había formado un teatro con otros como nosotros, donde actuaban por las noches.

No me costo hacerme con un grupo de eruditos para ponerme al día, los que me comentaron que se habían cerrado las entradas hacia España para impedir que entraran las ideas revolucionarias, y hasta 1791 no fueron abiertas de nuevo por el Conde de Aranda.


Encontré el teatro en 1790 y compré dos entradas para la primera sesión, tenía que buscarme un acompañante para no levantar sospechas, aunque primero debería alimentarme para quitar la palidez de mi rostro y el frío de mis manos, lo primero si, era buscar una víctima.

Busque por Montmarttre y por la rue de le moulin, aquello estaba infecto de delincuentes, putas y gente de mala vida, no seria difícil alimentarme esa noche.
Me tropecé con tres rufianes de mala vida y me alimente vorazmente de ellos, mis quemaduras estaban completamente cicatrizadas y estaba dispuesta a buscar a mi acompañante.

Entre en un café y me pedí una copa de vino, me senté al lado de la barra haciendo como que bebía y me fije que en una mesa había cuatro hombres muy apuestos, de unos 29 ó 30 años, no más, pero estaban bien vestidos, con su traje de terciopelo negro y hablaban un francés clásico, cosa que me encantaba sobre manera. Uno de ellos parecía el más tímido así que sería el más fácil de seducir, y le empecé a enviar ideas a través del don de la mente.

En cuanto empezó a recibirlas le note algo sobresaltado pero me miró y se acercó cortesmente hacia donde yo estaba sentada.
_ Perdone Mademoiselle, pero la he estado mirando y nunca había visto su cara por aquí

Yo le conteste en un francés muy refinado también (había recibido clases durante muchos años)
_Si, es que no soy de aquí, he venido unos días a Paris porque me encantan las obras de teatro y me han dicho que esta noche hay una muy interesante, una parodia de la Revolución Francesa, es un riesgo, pero son actores profesionales que les gusta la aventura, y ando buscando a un viejo amigo que me han dicho que trabaja por aquí
_ ¿tiene usted acompañante? Por que yo soy un gran amante del teatro y si usted lo desea, podría acompañarla.
_ Pues me parece estupendo, tengo dos entradas, por que esperaba aquí a un amigo y no va a venir, así que para mí también seria un placer.
_Disculpe de nuevo, no nos hemos presentado, mi nombre es Francisco, Paco para los amigos, ¿y usted es?
_Mi nombre no importa, pero me llamo Maria, sí, Maria.
_Encantado
_Igualmente

Le tome del brazo, un poco descarado por mi parte, ya lo sé, y nos dirigimos a la Rue Calvin; donde se encontraba el teatro Klein

Me gustaba su conversación, y no quise leer su mente, al menos por el momento, hacia siglos que no mantenía una conversación de tú a tu con un mortal, por lo que el momento me resultaba placentero, además olía a mi perfume preferido, “escape” y eso también me “enganchó”. -

Entramos en el teatro y nos sentamos en el palco principal, leí la mente de los bebedores de sangre que había por allí y me aseguré de que Leoncio estaba con ellos, pero no lo veía…

Terminó la obra y pedí a Paco que me esperara, me colé entre bastidores y pregunté a la gente que había por allí por Leoncio, me dijeron que hoy no estaba, pero si quería verle, podría encontrarle cualquier día en su cripta que estaba debajo de la iglesia del Sacre Coeur.

Salí a buscar a Paco y me acompañó hasta el hotel, el Hotel Regina que estaba cerca de la plaza del obelisco. Cuando iba a marcharse le pregunté si podía volver a verle, y le dije que no se preocupara, si quería verme, solo tendría que llamarme con su mente; así, de esa manera, no tenía que contestar en ese mismo momento a mi pregunta.

_ ¿Como con mi mente? No lo entiendo
_No te preocupes, ahora no hay nada que entender, cuando me necesites, quieras hablar conmigo, o tomarnos un tinto pesquera, solo tienes que pensarlo, y verás lo que ocurre, ten fe.

Aun quedaban dos horas para que amaneciera así que me encaramé a los tejados para llegar al Sacre Coeur, allí encontré por fin a Leoncio, como hacia tantos siglos atrás lo había encontrado en Barrio, estaba sentado en una silla, esperando a que faltaran pocos minutos para el amanecer.
¡¡Que alegría le dio verme!! ¡¡Maestro y alumna se volvían a encontrar después de siglos!!

_Regi, Regi, Regi ¡¡Cuánto tiempo!! Creí que vivías en León
_Si, y allí vivo pero quería saber de ti, quería saber si seguías vivo, como te había tratado la vida, Supe por un bebedor de Sangre llamado Mario, leyendo su mente, que estabas aquí, que habías formado un grupo de bebedores de sangre para trabajar y pasar desapercibidos entre los humanos aquí, en Paris y decidí buscarte.

Hablamos un rato hasta que faltaban apenas 3 minutos para la salida del sol, quedamos de vernos al día siguiente para seguir hablando. Me fui volando a mi hotel, y me quede placidamente dormida.

Al día siguiente me desperté un poco antes de que empezara a ponerse el sol, y hasta que pude salir a la calle, me dedique a prepararme, con mi capa y mis botas forradas de terciopelo que era el boom de la época, y salí hacia la Capilla, cuando llegue, Leoncio ya estaba despierto y me esperaba como de costumbre, sentado mirando el cielo, como iban apareciendo las estrellas.

Salimos juntos a alimentarnos para celebrar nuestro reencuentro, yo no tenía hambre pero como esto es como el rascar, me alimente de 4 mortales, a los cuales no deje sin vida pues Leoncio me enseñó como hacer que cicatrizaran las marcas de los colmillos, y el mortal siguiera viviendo.

Hablamos hasta el amanecer durante noches enteras, siete, ocho quizás, no importa, me contó que había sido de su tiempo por Paris, que había estado antes unos años en Rusia y en dos años a lo sumo quería ir a New Orleáns pues había oído hablar de unos vampiros que vivían allí.

La segunda noche mientras hablamos sentí un escalofrío que me recorrió todo el cuerpo y Leoncio me lo notó y me preguntó si había creado a alguien o deseaba hacerlo, yo no lo tenía claro, aunque Paco me había parecido una persona excelente, no era quién yo para arrebatarle la vida y darle la inmortalidad sin conocerle mejor, ahora me estaba llamando y no quería ser descortés con mi Maestro. Paco esperaría, podía esperar, quizás el fuera la persona ideal para acompañarme en mi camino hacia la eternidad, ya que yo en ese mismo instante me consideraba que tenía un billete de primera clase.

Cuando ya me despedía de Leoncio, otra vez tuve ese escalofrío tan extraño, quizás si se lo hubiera comentado exactamente a él, me hubiera dicho que era o al menos que podría significar; pero no me atreví, intuí que quería estar solo y observar sus estrellas, que a muchas de ellas, incluso les había puesto nombre.

         Fui a buscar a Paco, yo sabía donde vivía pero me hice la encontradiza por su calle, me invitó a un café que yo accedí muy agradecida porque me serviría para calentarme las manos.

Me contó historias de su vida que yo sabía pues no pude resistirme a leer en su mente, pero me gustaba oírle como las contaba, yo no tomaba el café, dije que era demasiado fuerte para mi gusto, pues no sabía que otra cosa podía decir…

Le deje hablar, noche tras noche, antes de vernos yo me alimentaba para no sentirme atraída por el olor de su sangre; no quería preguntarle por que me había llamado, tenía que esperar a que él me lo contara; hasta que al fin, después de haberme contado prácticamente toda su vida, por que poco le faltaba por contar se puso a llorar; recuerdo que cuando era mortal no  podía ver llorar a alguien sin ton ni son por que me daba la risa; si les veía llorar de pena, eso ya era otra cosa, incluso podía llorar con ellos. Pues como te decía, se puso a llorar…
         _Te he contado toda mi vida, no hay nada más que contar en ella, necesito ayuda
         _ ¿Ayuda? Perdona pero no entiendo, Un chico joven como tu que tiene una vida entera por delante, no sé a que te refieres con que necesitas ayuda, y menos que me la pidas a mí que no nos conocemos de nada, yo te dije que si necesitabas algo me avisaras, pero no se…
         _ Sé que no eres uno de nosotros, eres una chica extraña, no se nada de ti y me pareces tan misteriosa, que solo el misterio me atrae, cuéntame tu vida Maria, si ese es tu verdadero nombre, dime porque no puedo dejar de pensar en ti y no te veo como alguien normal.

Me quede callada unos minutos

         _Hasta mañana mi querido amigo, descansa
         _Pero… ¿por qué te vas? Espera…

Levantó la vista y yo ya no me encontraba allí.

         Me marché a mi hotel, me tiré en la cama, y me puse a pensar…
Recordé a mis padres, a mis hermanas, a aquella familia directa que había tenido hacía tantos años… ¿Morirían sabiendo el monstruo que era yo? ¿De que me alimentaba? Donde quiera que estuvieran, sabrían que pensaba en ellos…

Lloré pensando en mi padre y en aquella gente de la que no pude despedirme como me hubiera gustado; decirles hasta luego; y lo que les quería. Me arrepentía de no haber convertido a mis sobrinas para que estuvieran conmigo; me quede dormida mientras lloraba… tenía que volver a casa.


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