martes, 12 de agosto de 2014

Capítulo VI

Antes de seguir con mi historia te contaré algo para situarte...

El origen de la Inquisición hay que buscarlo en los siglos XI-XII, cuando se intensificó la actividad de los cátaros y de los albigenses y reaccionaron violentamente contra ellos tanto los príncipes, como el pueblo cristiano.

El Papa Gregorio IX en 1231 aceptó para toda la iglesia la constitución de Federico II por la que se imponía la pena de muerte a los herejes, formó el tribunal de la inquisición, del que se encargó la orden de los dominicos: En España solo se introdujo en el reino de Aragón. Pero la inquisición española fue creada además de para combatir la herejía, la brujería o cualquier otra manifestación, pública o privada contraria a la fe católica y eso creían que les llevaba hasta mí, con el fin de perseguirme y quemarme en la hoguera, y aunque empezara en Aragón, con el paso de los años, llegaron a buscarme en León; ya que se extendió por toda España en poco tiempo.


En 1483, pocos años antes de que yo naciera, se creó en España el Consejo de la Suprema y General Inquisición, integrado entre los Consejos del reino y fue nombrado inquisidor general el dominico fray Tomás de Torquemada, que ha quedado como símbolo del fanatismo y la crueldad; se calcula que unas 2000 personas murieron en la hoguera mientras ostentaba el cargo; de los nuestros murieron que yo conociera, Carlos, Beatriz y Marta; pero no fueron capturados por vampiros sino por la bigamia que entre los vampiros menos fieles suele ser bastante común. Es como a las brujas que quemaron, ninguna de ellas era bruja auténtica.

Más adelante, durante el siglo XVII, el rigor inquisitorial disminuyó en gran medida, y se centró sobre todo en los delitos de opinión y de costumbres. Las nuevas corrientes ideológicas de la centuria siguiente minaron el prestigio y el poder de la Inquisición en España y en sus dominios. Fue suprimida en el año 1808 por José Bonaparte, hermano del picha corta de Napoleón[1], fue disuelta por las Cortes de Cádiz en 1813, y aunque hubo una breve restauración en 1814… fue abolida definitivamente en 1834. Fueron unos años muy duros y de perseguir a gente que no tenía motivos de nada. A veces pienso que era por matar el tiempo.

A mí me persiguieron y nunca llegué a saber si Bartolomé les informó de mi existencia o ellos ya la conocían, después de esta breve historia he empezado a dudar de nuevo, después de más de 400 años sin haber vuelto a reparar en ello… hoy he vuelto a dudar...

En el año 1670 unos extraños entraron en mi casa dando voces y portando dos antorchas en cada mano, no pude evitar que entraran en mi casa porque acababa de despertar y hasta una hora después, nunca sé si sigo soñando o esta pasando en realidad, hacía más de 1 año que no me alimentaba a diario y pasaba las horas del día pintando y estudiando libros de historia y geografía; como te decía, estaba medio dormida y  no pude evitarlo, venían en grupos de 8 a por mí para hacerme prisionera pero les iba abrasando con el don del fuego, pero cada vez se iban acercando más y más grupos de ellos y no pude zafarme de todos, con una antorcha prendieron fuego a mi capa y otro me prendió el pelo, comprendí que era mi final, pues no es cierto que se pueda matar a un vampiro con una estaca en el corazón, solamente el fuego o la luz del sol puede terminar con nosotros.

Mi vida larga y atormentada empezó a pasar por delante de mis ojos y no podía hacer nada, y ¡no quería morir! Fueron unos instantes espantosos…
Salí de la casa como pude y fui a resguardarme en la cueva de las Lomas, yo misma había puesto una puerta que solo un ser tan poderoso como yo era capaz de abrir; con mis manos abrasadas no podía abrirla pues el dolor era insoportable, así que tuve que utilizar el don de la mente para poder abrirla y después cerrarla a mi paso.

Me senté en el embarrado suelo y me puse a llorar desconsoladamente, hacia tiempo que no lloraba, en presencia de mortales, menos aún, aunque solía rodearme muy a menudo de ellos, si me vieran llorar, pensarían que era un monstruo, ya que mis lágrimas eran de sangre.
Lloré durante más de 2 horas hasta que me quede dormida, pensaba en que podía hacer, a quien le podía pedir ayuda… necesitaba de la sangre para recuperarme, y yo no tenía fuerzas para salir a cazar.



[1] Durante la autopsia de Napoleón, los forenses se quedaron de recuerdo el pene del emperador. En 1977 fue adquirido en una subasta por un urólogo, que se hizo con él por 600.000 pesetas. Por cierto, el pene media 2,54 cm.

No hay comentarios:

Publicar un comentario