Como ya era una
costumbre en mí, estuve caminando a la vera del río, era una mañana fresca y
también era bastante temprano, no había nadie a esas horas por la Candamia, no
me importaba, es más, con la cantidad de meteduras de pata que había tenido
últimamente, casi lo agradecía por si se me cruzaba el cable y cometía otra de
mis ya normales estupideces.
Estuve allí
unas 4 horas; quería dar tiempo a que mi amigo preparara todo a su gusto sin
interrupciones y que escribiera en su diario lo que había pasado, sabía que lo
haría pues su trabajo era estudiar a la gente “extraña” por llamarnos de alguna manera, como lo era yo.
Siempre
escribía en su diario lo acontecido, sé que de mi vida personal no daría cuanta
a la Orden MIM, pero para su estudio personal y poder llegar a un mejor
entendimiento, lo apuntaba todo.